PELIGRAN LAS FUTURAS VACACIONES DEL SERVIDOR PUBLICO MAURIZZIO.

La tragedia de La Plata, con su inmenso costo humano cuyo antecedente más inmediato es la inundación de Santa Fé del año 2002, trajo un cínico y perverso alivio a los prrro. Dependiendo de su grado de hijoputez, comunicadores a sueldo de la generosa pauta macrista, sacaron algunos sofismas para defender a su candidato de la avalancha de cuestionamientos e ira, que ayer brotaba de los inundados de Saaavedra y aledaños. Si en el veneciano distrito -que gestiona a control remoto Maurizzio mientras recorre el mundo- hubieran llovido la cantidad histórica de milímetros en pocas horas que sufrió La Plata, la mucho menor capacidad de desagote de la hiper asfaltada y sobre-construida Bs. As, hubiese llevado el saldo de víctimas a los valores de un maremoto sobre las costas de Indonesia. Con todo, los familiares de los 6 muertos en Caba no se merecían tener que escuchar al semiimbécil que subgestiona el ayuntamiento porteño, hablar de indundaciones de 1906 (????????), y como no podía ser de otra manera victimizarse echándo culpas sobre la señora de enfrente. Por su parte los punteritos digitales que organizan tachin-tachines espontáneos con meses de anticipación, echaron a correr el mito urbano que sostiene que la culpa de la inundación porteña la tiene Tecnópolis. No resiste el análisis que un predio de apenas 50 hectáreas, pudiera escurrir el descomunal volúmen de agua caído en la zona inundando una superficie enorme. Empero, la estupidez del propalador de las redes sociales amarillas es directamente proporcional al target destinatario, que mensura a payasos vestidos con chalecos fosforescentes como un eficaz equipo de emergencias. Dichos homínidos son impermeables a las subas astronómicas del abl y toda tarifa que fija delincuencialmente la gestión macrista, y a la vez son preservados por opinólogos y comunicadores respecto a problemáticas más profundas. Por ejemplo, la financiación de las obras en la cuenca del Medrano, cuya necesidad se reveló imperiosa. Ningún movilero o cagatinta pautado por fondos ascoleños, repreguntará por qué catzo permanecen depositados en el Banco Ciudad, cientos de millones de dólares provenientes de un crédito internacional contraído por el Pro, sin utilizarse para obra alguna y que se invirtieron en títulos públicos que apenas pagan un interés del 1% anual en dólares. Ni hablar de las obras suntuarias realizadas, como el bicisenderismo más caro del orbe, o la organización de carreras en el autódromo móvil de Recoleta. Otra perla negra es el gasto previsto de 75 millones de pesos para peatonalizar el centro. Podría salir 0 (cero) dicha obra. Con sólo decretar que las calles macrocéntricas son para peatones, y poner inspectores y vallas ya no habría tránsito vehicular. Luego si se quiere, podría irse hermoseando progresivamente la zona, poniendo canteros con árboles, plantas, o alguna fuente, en el medio de dichas arterias peatonalizadas. Pero no, para la craneoteca Prrro, era necesario destruir y levantar las calles, para reemplazar el asfalto por horribles mazacotes grises, para peor, pagados a precios siderales. Las empresas "tercerizadas", amigas testaferristicamente de la administración Pro, muy agradecidas. Como así también las cajas destinadas al ida y vuelta de lo que en épocas del ex Socma Grosso se bautizara, "retorno". En suma, la cantidad de dinero que maneja el viajero Maurizzio, podría hacerle factible comenzar y finalizar la obra del Medrano con recursos propios. Claro, eso supone dejar de lado el excusario de siempre. Para terminar, surge una derivación bufonesca de la tragedia. Esto es siendo un "servidor público que necesita días de descanso", tal como se definió Maurizzio, podría de ahora en más verse obstaculizado para viajar más de cien días al año, como se acostumbró a hacerlo en este lustro. Los viajes disfrazados de oficiales del sub-alcalde consisten en breves reuniones, por ejemplo con su amigo Rajoy, o una sesión de fotos para subir a Internet, para luego recalar con el cochecito de Antonia en algún indulgente y hedonista centro turístico. El temor a ser fotografiado en dichas lejanías, mientras se descarga el próximo meteoro sobre la ciudad que infragestiona, podría conflictuar a nuestro muchacho y estresarlo en grado sumo. Dura Barba deberá ponerse a trabajar de inmediato en pretextos verosímiles que le permitan salir del país a su pupilo. Curiosamente, cada vez más vecinos porteños, como pudimos ver y oir ayer, reclaman a voz en cuello que Maurizzio pueda viajar a lejanos destinos. Con la condición de que ya no regrese.