16 de octubre de 2007

Votox populi

Cuatro años de Nestorismo, han producido como reacción visiones estereotipadas propias del pensamiento gorila ilustrado y antipopulista, para explicar porque la gente vota a los K .
Dichas visiones se resumen en la palabra clientelismo, esto es "la negrada vende su voto a cambio de inodoros, o planes para no trabajar", suele ser el latiguillo más primitivo de estos "pensadores".
Sin negar que existe desde siempre el reparto de "merchandising" electoral en los barrios pobres, resulta un análisis bastante superficial.
En verdad, los estamentos bajo la linea de pobreza que van a votar al FPV, lo hacen porque han recibido ayuda social, subsidios, alimentos, medicinas, y jubilaciones inclusivas, (que en el caso de la poblacion indigente y estructuralmente más vulnerable han sido claramente insuficientes y necesitan de una acción más profunda del Estado), pero fundamentalmente porque perciben o confian que la continuidad del crecimiento, genere políticas de reinserción laboral, educación, y vivienda digna. Es de manual, que si son defraudados, actuarán. (Por ejemplo los que se organizan con sentido político volveran a los piquetes, a la toma de tierras, etc.).
La clase trabajadora, calificada y no calificada, que vote al oficialismo, lo hará porque se ha creado empleo genuino, ha disminuido la precarización laboral, se ha revalorizado la protección sindical, y sobre todo porque se alimentan expectativas de mayores mejoras reales de salarios pactados en paritarias . Si lo que esperan no se cumple, lo demandarán por medio de más y más huelgas.
Por su parte los sectores medio bajo y medios, votaran al gobierno, porque han obtenido mejoras en la calidad de empleo, y la recuperación del consumo por encima de las necesidades básicas, y porque esperan con un crecimiento sostenido de la economia, recuperar la movilidad social ascendente. Si son desengañados, volverán a las cacerolas.
Es decir no hay una masa de voto cautivo clientelar como estólidamentes rebuznan los "republicanos.
Los votantes K no solo dan su aval por las mejoras sociales y económicas alcanzadas en 2003-2007, sino que tambien alimentan expectativas de que estas continuen en el tiempo y puedan alcanzar a todos. No es un voto estructurado y acrítico, es un reconocimiento por lo hecho y una demanda por lo que falta.Nadie puede ser tan ingenuo de creer que tras la hecatombe de 2001 y el estallido de los partidos políticos, un gobierno pueda sostenerse sin dar respuesta a las demandas de su base social.
Está concluyendo el primer período K que ha tenido la virtud de la heterodoxia para enfrentar los coletazos de la crisis y aprovechar las ventajas de un contexto favorable para crecer, fogoneando con un tipo de cambio alto las exportaciones, y cuidando aquello que los neoliberales siempre endiosaron y nunca consiguieron, el superavit fiscal, al advertir en este un instrumento vital para asegurar autonomía económica. Ha sido una suerte de heredero del peronismo desarrollista de los 40 y 50, buscando estimular la industrialización, la inclusión social, y la protección del mercado interno, ganándose a los mismos enemigos de aquel entonces (¿No es cierto, Begoglio?, No Miguens?)
Dicho esto, con completo reconocimiento del abismo distribucional que falta para volver a ser, en materia de ingresos, un pais igualitario, y asumiendo la fragilidad energética actual, con el petroleo, gas y electricidad, en manos de privados poco adeptos a la inversión. Como así tambien no perdiendo de vista, que se ha pactado con capas de reciclaje político y gremial de dudosa fidelidad, fruto de una muy laxa aceptación de cambio de camisetas, tras la extinción de los aparatos menemista y duhaldista.
Volviendo al punto, este modo de votar de los segmentos bajo y mediobajo, es evaluado por un amplio coro de seudoexpertos, intelectualoides y comunicadores indignados, como un comportamiento obtuso, propio de sectores de baja educación y de sociedades atrasadas. Como si el “progreso” de los 90, pudiera seducir a los que pagaron con pobreza, desempleo y miseria, las “bondades” del darwinismo económico, que los perfectos idiotas del pensamiento neoliberal vendieron como el único camino posible al desarrollo.
En cambio, estos gurúes conservan predicamento en la clase media alta y alta, y aún en los sectores medios que si bien por sus ingresos no pertenecen a este grupo, culturalmente estan bajo su impronta, por un deseo imitativo de pertenecer, que les promueve un rechazo casi patológico y una necesidad histérica de diferenciarse de la clase trabajadora.
Los voceros de la tilingada empezarán con sus sofismas de estilo, “esto es así porque es un voto más sofisticado, más culto, porque se desea una mayor calidad institucional”, y “no alcanza con un ciclo ascendente de la economia para comprar conciencia cívica”.
En verdad, los sofisticados de mediana edad se sintieron en su mayoria muy contentos el 24 de marzo de 1976, y más de una de esas familias distinguidas recuerda con cariño, aunque casi siempre en secreto, esos años de manu militari. Luego, en la 1era. Presidencia del Carlo, no resultaron afectados sus recientes pruritos republicanos por la privatización con megacorrupción, diputruchos, la Corte adicta, los jueces de la servilleta, los ATN, los DNU y demás delicias institucionales del menemismo, al que solo en la hora de su inexorable decadencia le soltaron la mano.
Una hipótesis: para contar con el voto ABC1, es ne´sario garantizarles ganancias extraordinarias, por ejemplo: eliminando las retenciones, un “impuesto al éxito”, bajarles la “presión impositiva confiscatoria”, y dejarlos exportar todo lo que quieran y al precio que quieran, desentendiéndose por completo del mercado interno, “ese mercadito”, entre otras lindezas que conducirian nuevamente al desastre.
Aún con una decidida actitud y acciones “pro mercado”, esto tampoco seria suficiente para la clase alta, cuya elevadísima autoestima necesita que los gobiernos la seduzcan y la adulen, y que los presidentes se comporten como subordinados.
En efecto, mientras no sea presidente uno de los suyos (un Macri, un De Narváez) el que ejerce el mandato (que por supuesto ellos le confirieron), debe ser un fiel mayordomo de la high, adoptando como propia la ideología y valores liberales-conservadores-fachos-ultramontanos, que en menor o mayor grado han exhibido los prohombres de las pampas desde Mitre y Roca a esta parte, y que hoy se suele llamar eufemística y casi vergonzosamente, “pensamiento de centroderecha”.
Estaria muy bien visto además, la provisión para los hijos de las clases pudientes, de cargos generosamente remunerados en el Estado, en especial embajadas en capitales glamorosas, y un festin de crédito barato, con poca vocación por su cobro, amen de todo tipo de genuflexiones como ir a la Exposición Rural a rendir pleitesía a los grandes terratenientes, (si Carrio, todavía existen, no son los chacareros de la Federación Agraria los dueños de los grandes campos), otorgar toda concesión posible a la Iglesia en detrimento del Estado laico, como así tambien a las Fuerzas Armadas, archivando para siempre la actual politica de derechos humanos.
En la decada del 90, Menem, entregó al peronismo y a su base social, al proyecto privatizador y aperturista que nos vendió el ingreso al primer mundo, y en cambio terminó fracturando a la sociedad, con endeudamiento, hiper-recesión e inexorable naufragio en 2001.
Pero mientras duró la fiesta del 1 a 1, Carlo se esmeró por cumplir todos los requisitos apuntados para seducir a la elite, y así llegó a ser para ellos "rubio y de ojos celestes". Y tia Bernarda, el filo-Sofista predilecto de la aristocracia vernácula, se enamoró perdidamente de él.

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