"Mientras la impudicia fernandezista coopta voluntades y se dispone a detentar su dominancia malsana en todos los estamentos del organigrama oficial, una heroica mujer enfrenta ludibrios y eutrapelias contra la simbología más republicana.
Se trata de Mary Kodama, quien ha denunciado el intento de consumar la apostasía
herética de hacer un museo peronista de Borges.
Los populistas baten el parche contra el supuesto robo de obras del sacrílego
León Ferrari, para ensuciar a un periodista independiente como Gabriel Levinas,
quien ya ha aclarado que las tomó prestadas por un par de lustros, para
subsanar un pequeño desequilibrio circunstancial en sus finanzas personales. Y
mientras así difaman al pobre Levinas -que se está insolventando para no sufrir
la exacción confiscatoria de un juez K, que quiere obligarlo a indemnizar a la
familia de Ferrari- nada dicen de los objetos de Borges.
María Kodama los reclama como robados. Su epopeya es hacer una muestra privada en Niu Iorc o en alguna capital del mundo civilizado. No aquí, en Peronia y sin pago alguno de regalías, pues los demagogos acostumbran a inaugurar museos de entrada libre y gratuita, donde ingresa el vulgo de homúnculos mal arropados y de pigmentaciones sombrías. Algunos de ellos en el colmo de la irreverencia, regurgitando goma de mascar y emitiendo regüeldos y flatos, donde se mezclan los vapores fétidos de un morcipan recalentado y el hedor áspero del vino en cajita.
Borges se revolvería en su tumba, al pie de una añosa conífera en Plainpalais,
Geneve, Confederación Helvética, si se enterara de estas profanaciones
planificadas por el autoritarismo triunfante.
El sábado un estadista austero, honesto hasta la médula e infatigable workaholic, tras un cuatrienio de inmolación cotidiana, se ha despedido de una atildada y trepidante multitud. Que se cuidó de no ocupar los canteros, donde crece la brizna de césped, y de no sofocar al prójimo hacinándose entre cuatro o cinco en el mismo metro cuadrado, como en cualquier acto de insalubre populismo. Se respetó un espacio vital, de un metro cuadrado per cápita. Incluso más allá de la Pirámide de Mayo, se dejaron pasillos y amplios claros para transitar en la comodidad del libre albedrío, pensando sobre todo en las franjas etarias abc1 sexa y septuagenarias, las más fieles seguidores de la república, que no están acostumbradas a sufrir sofocones de tórrido diciembre.
Un cálculo a ojo bien entrenado de este periodista independiente, arroja un guarismo, siendo conservadores, de entre setecientos mil y un millón ochocientos mil asistentes, que espontánea e indeliberadamente, concurrieron a la despedida del querido y erudito, Ingeniero Macri Blanco Villegas.
Llevado en andas por partidarios agradecidos por haber sido el campéon de
los valores, la república pierde a un estadista por causas exógenas a él. El
circunstancial desalineamiento de una o dos variables ha desatado la exigente
impaciencia del populacho más básico.
La vehemencia sentimental de la demagogia, arrebata el consenso del raciocinio.
La vehemencia sentimental de la demagogia, arrebata el consenso del raciocinio.
El hambre embrutece a los que prefieren una heladera llena al ejemplo ético
de la familia Macri y sus amigos, que se empobrecieron sistemáticamente durante
cuatro años.
El populismo es la hiedra venenosa que se expande en los lugares más
impensados. El club Boca Juniors deja de ser gestionado por la intachable
contabilidad de Daniel Angelici, y aparece el Topo Gigio burlón de los
oportunistas.
Vuelve el espectáculo grotesco y grandilocuente de los ganadores inmorales.
La monarca que privó de su libertad a tres jueces para imponerles su violencia
verbal y su furia, seguramente bailará, gozosa, exultante, ante las
muchedumbres más incivilizadas arreadas en micros. Hotentotes y neanderthals
que se menearan al ritmo de bombos, zambombas y matracas.
Contemplando el dantesco cuadro, el otro Fernández, tal vez quiera incluso sumarse con su guitarra y cantar algún pavoroso tema de fogón psicobolche.
El horror empieza con doble “F”.
La república ha dejado de ser. Inerte y catatónica, ha dado paso a la algaraza
de una masa amorfa, que envalentonada vuelve a querer arrebatarle el país a sus
legítimos dueños.".
Miguel Morse Wiñascou (Diario El Corneta, página de avisos fúnebres).